Ve y pon un centinela

Público: juvenil-adulto
Género: narrativa
Nota: 3,5/5
Calificación delibris.org: LB1


En la Arcadia de libros idealizados de un abogado, que leyó mientras cursaba la carrera, es muy difícil que no se encuentre la novela de Harper Lee, Matar un ruiseñor. La justicia, la igualdad, la inocencia, etc. son cuestiones que se abordan en ese relato y que es tenido por todos como acertado y ecuánime.

Ahora me veo en la obligación de releerlo porque he leído la novela inédita "Ve y pon un centinela" y quiero comprobar hasta qué punto la trama encaja o no en el anterior planteamiento de las cosas. Os pongo en materia.

Años después del anterior episodio, Scout vuelve a Maycomb de vacaciones. En esa estancia se producirá un choque que hará tambalear los pilares de sus valores y principios: será precisamente una cuestionable conducta de su padre, la que le conduzca a preguntarse por todo lo que antes ha dado por bueno. Sin quererlo, descubre que el ambiente segregacionista en Maycomb se ha acentuado hasta el punto de que negros y blancos no se dirigen la palabra. Y Atticus parece aprobar todo eso. El dilema que se le plantea a Socut parece no tener final feliz en ninguna de sus posibles soluciones.

La introducción de la novela, cargada de melancólicas descripciones y recuerdos del pasado, carece de la fuerza necesaria como para engancharte irremediablemente. Pero a medida que te introduces en Maycomb, y se va dando paso a la trama, la historia se vuelve más intensa y se hace fácil continuar la lectura (si le prestas ese voto de confianza, esas abundantes descripciones contribuyen a recrear el ambiente melancólico que busca la autora). El antagonismo que se pretende crear entre Atticus y su hija, si bien resulta interesante en su contenido, resulta un poco forzado por la forma. Resulta curioso que una Socut de veintitantos no haya todavía quitado de su pedestal al que es su idolatrado padre, y que teniendo planteamientos tan dispares, no hayan tenido ningún enfrentamiento anterior, dado que Jean Louise ha estado visitando el Maycomb natal año tras año. Además, porque un enfrentamiento tan visceral es más bien propio de quinceañeros que de gente más madura.

Digo que es interesante en su contenido porque la postura de Atticus, conservadora, de derechas, y aunque racista e injustificable, es fruto de un planteamiento puramente racional, sin espacio a sentimentalismos o planteamientos más trascendentales, estrictamente legal se insinúa en algún momento; y el de Scout, aunque también conservador, hace referencia a unos principios universales que se sitúan por encima de tacticismos políticos. Parece, de hecho es lo que muestra la novela, que se han invertido las tornas, y ahora Harper Lee nos propone a Scout como un paso más en la originaria escala de valores.

De hecho, lo realmente interesante de la novela es ese punto, el "Ve, y pon un centinela" del oficio religioso, que es el tema del libro. Como dirá el doctor Finch, la isla de cada ser humano es su propia conciencia. Y ante eso sólo caben dos opciones, enfrentarte a la realidad para cambiarla, o huir y refugiarte en un paraíso perdido de ensueños y falta de realismo. Creo que la nueva perspectiva se ofrece casi al final del libro cuando se le insinúa a una frustada Scout que cuando los amigos están equivocados es cuando más nos necesitan y que debe aprender a convivir con Maycomb aunque opine distinto que ella. El tema se deja abierto, al igual que la trama, para que cada cual complete su esquema moral.

Este último punto es el que me parece interesante y que justifica la lectura de la novela, pues la libertad de las conciencias sigue siendo un tema plenamente actual (y si no, que le pregunten a los refugiados sirios).

Cuando vas pasando las páginas, en algunas escenas y momentos, te planteas si no se trata tan sólo de una secuela creada al alimón de la anterior parte. Pero esa manera de bosquejar las posturas de cada cual dejando suficiente espacio para que cada cual se sitúe en una y otra parte es lo realmente novedoso y valioso de "Ve, y pon un centinela".

PS. Leyendo las opiniones políticas de Atticus, y sin poder compartirlas, uno siente una vez más que la verdad no es necesariamente evidente, y que cada cual arrima el ascua a su sardina y aunque es fácil trazar una línea entre el bien y el mal, en ocasiones no es sencillo ver si esa línea te cae a la derecha o a la izquierda o te pasa por en medio.

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