Experimento lectural (verano, dicho sea de paso...)

Acabo de terminar "La muerte llama al Arzobispo" ya os contaré, porque pese al irregular ritmo de la novela, me da muchas luces de algunos temas.


Me preguntó, como todos los veranos, un conocido por lista de libros para recomendar en verano, para que los niños lean. Siempre he cometido el error de pasar alguna o compartirla, pero todo error conlleva una nueva oportunidad en germen en su interior: y reflexionando sobre lo que un conocido me contaba hace unos meses, le propuse a ese padre otra cosa mejor.
Experimento total porque no la he probado.
Ingredientes:
Media mañana libre de fin de semana (sábado ,mejor)
Haber hablado con el niño de la conveniencia de la lectura en verano (si es sin discusión, mejor)
Estar dispuesto a hacer el esfuerzo también de leer (si es sincero, mejor)
Si es una política familiar común mejor (esto es, progenitores A y B, e hij@, hij@', hij@", etc.)
Una librería (si eres de Sevilla, sin duda te diría que fueras a Tarsis y preguntaras por mi amigo Alonso, pero no sé si ha vuelto de su paternidad...)

Experimento:
Después de haber comentado en casa la conveniencia de leer en verano, como otra forma de divertirse, aprovechar el tiempo y/o estudiar, llevarlo a una librería con libros abundantes.
Hay que tener calculado que el experimente puede durar el hueco de media mañana y estar dispuesto a estar sin prisa.
Si algún hijo muestra interés por más de un libro, habrá que calibrar entre la oportunidad de comprarlo o repetir la experiencia más veces con todos. Decirle que mire y escoja uno. Que le eche un vistazo al que más le atraiga, empiece a leerlo por si le llama la atención, si no le convence que mire otro.
El progenitor A ó B que lo está acompañando, mejor los 2, hace lo mismo, busca un libro para las tardes de solaz veraniego.
Luego, en el rato dispuesto en el consejo de familia, cada uno coge su libro y lee. Por lo menos, habrá un interés incipiente en el libro que puede germinar en hábito de lectura.