Volvemos a intentarlo, Stefan...

 Creo que ya conocéis mi abrupta relación con Zweig, aunque ahora mismo no he encontrado un post en el que pensaba que hablaba sobre ello. No soy quién para desdecir ninguno de los elogios que ha recibido este escritor -of course- incluso por mí mismo. Pero a la hora de enfrentarme a sus obras acuden a mí los prejuicios de las veces anteriores, y en parte me desmoraliza, me predispone a superarlo cuanto antes a la vez que intento no dejarme embaucar por su prosa emotivo-psicológica-apoteósica.
 Pero no hay forma, y en parte me enfada, porque no he sabido "vencerle", o porque no sé apreciarlo, o porque me ratifica en lo anterior.
 En esta ocasión un amigo de veraneo me ha recomendado que me lea "Ardiente secreto" y lo he hecho. Este verano estaba siendo bastante árido en lo que a lecturas se refiere: y sigue siéndolo. No estoy en condiciones de enfrentarme a un libro, aunque no os voy a contar mi vida aquí.
 Este amigo me decía, como el propio prólogo del libro indica, que es una historia de un cazador de faldas, una señora al borde de la madurez y un hijo mimado en busca de algo de protagonismo y cariño. Visto desde fuera, un cóctel "apetecible" para pasar el rato.
 Pues bien, en efecto, Zweig de nuevo muestra su maestría en la novela (aunque me disguste). Y consigue captar tu curiosidad, e ir tensando tu atención -jugando con sus quiebros en el relato- de manera que es difícil situarte fuera de la novela para poder evaluarla. Es cierto que algunos pasajes los he disfrutado, en otros me he sentido tremendamente incómodo, pero también es cierto que la caracterización de los personajes es justa y equilibrada.
 Me ha gustado especialmente el capítulo "Primer atisbo" en el que Edgar parece descorrer las cortinas de la madurez:
"Por primera vez fue consciente de que estaba acostumbrado a que a su alrededor reinara una atmósfera de bienestar y que tanto a la derecha como a la izquierda de su vida había profundos abismos que se abrían a la oscuridad, abismos que su vista jamás había rozado"
 Precisamente porque a través del relato -y en equilibrio con los estados interiores del protagonista- apunta a parte de lo que supone el proceso de maduración de un chico-adolescente.
 Quizás por mi forma de pensar -clásica-, me parece un poco simple restringir al campo de los secretos, recelos, engaños, el paso de la niñez a la madurez, aunque limitado a este episodio novelístico tenga sentido.

P.S.: Por cierto, tengo que confesar que he roto mi "unbreakable vow" de no piratear y no teniendo fácil encontrar el libro lo he descargado de internet. Mil años de dislexia como casitgo cagian sorbe mí y mis letars.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Zoom, de Andrea Ferrari

Libros para empezar a leer

El Quijote, de Cervantes