Las minas del rey Salomón

Clásico de aventuras, firmado por Henry Rider Haggard, que narra las aventuras de Quatermain en busca de las míticas minas de diamante en África. Tiene todos los ingredientes del género -acción, guerra, luchas, amor, etc.- y resiste a la lectura de un público de cualquier edad. El tono épico acompaña todas las páginas, el propio protagonista afirma ante la muerte cercana, una de las múltiples veces que pasa rozándolos pero sin detenerse con ellos entonces:
"No hay viaje en esta tierra que no pueda realizar un hombre si pone todo su empeño en ello (...). No hay montañas que no pueda escalar, no hay desiertos que no pueda atravesar, salvo una montaña o un desierto que no conozca, si le guía el amor y defiende su vida sin darle importancia, dispuesto a salvarla o a perderla según ordene la Providencia".
Obviamente, no ha de leerse con ningún interés sumamente intelectual, aunque Quatermain hace sus pinitos y elabora sus propios aforismos:
"He descubierto que hay dos cosas en el mundo que no pueden evitarse: no se puede impedir a un zulú que luche ni que un marino se enamore ante la mínima incitación".
Oído, cocina. De los Episodios nacionales traeré a colación otra cita referente a los marinos que es tan real como la vida misma. Pero no hay verdades científicas en el libro salvo que el genio humano es capaz de las mayores proezas si se estimula el órgano adecuado.
Como primer libro de este mes de Agosto, ha sido una buena opción. Para descansar, entretenerse y disfrutar como un enano, con los pies metidos en la piscina y la cabeza perdida en la imaginaria África. No sé qué opinaría mi hermana de esta visión del terreno africano, miradlo o preguntadle en su blog.

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