Leer, esa enfermedad incurable y progresiva


“La lectura, resurrección de Lázaro, levantar la losa de las palabras” (Georges Perros)

No me imaginaba cuál podía ser el estilo y forma de un libro que pudiera ser una herramienta de fomento de la lectura. Total, si ya es un libro, el que lo lee, suele leer y ése no se ve afectado por la premisa de que hablamos…

¡Error! Que la lectura se entienda como un regalo, un don cautivador, y así las personas que nos rodean (niños, hijos, alumnos) sean atraídas al mundo de la lectura, depende en buena parte de los que ya leemos.



Por eso, esta obra me ha parecido muy recomendable para padres (también futuros padres), educadores y profesores (también de literatura). Se trata de Como una novela, de Daniel Pennac.

Pennac explica de manera muy acertada por qué, en algún momento de la tardía infancia de los niños, la lectura pasa a convertirse en un objeto de repulsa y no en un objeto de deseo, cuando justo hacía pocas semanas, al niño le cautivaban los cuentos. ¿Qué ha pasado para que el niño deje de leer? (para conocer cómo responde el autor, vaya al capítulo 13 de la Parte I de “Como una novela”…).

Pennac explica que para que el adolescente recupere ese amor a los libros, hay que leerles altruistamente, sin esperar nada a cambio (ni notas, ni exámenes, ni fichas, etc.). Hay que regalarles la lectura, la lectura en voz alta, picarles la curiosidad por una determinada novela, y dejar que el arte de la literatura haga el resto.

Termina la obra enumerando el Decálogo de derechos del lector. ¿Quién no se ha sentido vencido alguna vez por un libro? Pennac sostiene, no con estas palabras, que no se hizo el hombre para el libro sino al revés. Tampoco tienen desperdicio esas ideas.

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