Perdido en su interioridad



Público: Jóvenes
Nota: 4/5



Hace muchos veranos, un sacerdote amigo mío de cuyo nombre no creo acordarme, me explicó que los deseos expresan mejor el fondo de la persona que sus pensamientos. Los pensamientos vienen y van, son muchas veces volátiles, inconstantes y absurdos. Lo que uno anhela, sin embargo, le condiciona, justifica su modo de actuar y le configura como persona. Uno es lo que desea: en el fondo, simplificando mucho, y dejando muchos matices sin aclarar.

Entonces yo era un adolescente que se adentraba en la juventud. Y he recordado claramente este pensamiento al leer El guardián entre el centeno, de J. D. Salinger.

La obra recoge de una manera muy acertada la convulsa interioridad de un adolescente. En el que prácticamente sólo hay sucesiones de ocurrencias y juicios, del todo exacerbados, y con unos altibajos propios de un acróbata de las fuerzas aéreas. Quizás la situación de muchos adolescentes que nos rodean no sea tan límite como la que plantea Salinger en cuanto al objeto, pero me parece un error minusvalorar la capacidad de hipérbole de un chaval de esas edades.

En línea con mi apunte inicial, podemos observar la escena en que la hermana le pregunta a Holden que le enumere al menos una cosa que le guste y en la que él no es capaz de relacionar nada más que su personal agarradero de su difunto hermano, fuera de eso, nada. En el fondo, el chaval es un saco de hormonas, sentimientos, etc. pero sin rumbo fijo ni objetivo en la vida. El otro día me dijo un compañero, la clave con los adolescentes es hacerles reflexionar, consigue esto y vencerás. En contraposición al mero vagabundeo intelectual, es tratar de que el chico realice un ejercicio de introspección y se sitúe respecto de la realidad que le rodea y su realidad vital. Que se fije un objetivo. Que busque un deseo...

Conocí a un profesor de literatura que lo ponía como lectura obligatoria. Creo que con los convenientes apuntes, a su debido tiempo, y en su justa medida, la obra puede servir de “guía para navegantes” para púberes.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Zoom, de Andrea Ferrari

Libros para empezar a leer

El Quijote, de Cervantes