Oliver Twist, Charles Dickens
Acabo de cerrar Oliver Twist, que lo estaba leyendo aprovechando el bicentenario que se celebra (no el de la Pepa, claro). Por todas partes podéis comprar buenas ediciones de estos clásicos.
Me resulta curioso que no lo hubiera leído antes, más aún, que sólo hubiera leído el Grillo del hogar. Éste último es el tercero de los cuentos navideños de Dickens, el primero y más famoso, la Canción de Navidad, que recomendé hace poco y que creo que en la versión escrita gana en fuerza por algunos detalles. En cualquier caso, los dos son paradigma del Dickens navideño del que todos tenemos imagen.
Como no puede ser de otra manera Oliver me ha gustado mucho. Dickens maneja la pluma con una ironía que hace imposible no sonreírse en muchos momentos y el contraste entre las vidas y personas de los protagonistas es tal que la función crítica -o de denuncia social- se ve largamente satisfecha. También es un maestro a la hora de describir los escenarios, uno de los más sugerentes, por poner un ejemplo, la Isla de la Fábrica de uno de los últimos capítulos, donde la imagen de suciedad, pobreza y miseria tiene mucha más fuerza que si viéramos un cuadro, una ilustración o un vídeo de YouTube. Sabe también insertar en el momento en que la historia pierde fuerza, nuevos acontecimientos -sorprendentes, dice él- o nuevos acontecimientos que lejos de desviarse de la trama principal la refuerzan.
Y llegados a este punto, tengo que decir, que se nota que es un libro escrito por fascículos (esto es lo que explica la cadena de nuevos eventos capítulo a capítulo de la que acababa de hablar). Pero también hace que la obra pueda ser leída con gran comodidad, uno puede ir consumiendo capitulillos y dejarlo hasta la próxima ocasión en que tenga un rato libre. En este sentido es ideal para los wc readers (queda menos chabacano si se pone en inglés, y el que no entienda, pues se lo pierde).
P.D. La edición que recomiendo es en pasta dura, imprescindible. Sólo le sobran las ilustraciones, pero es un defecto menor.
Me resulta curioso que no lo hubiera leído antes, más aún, que sólo hubiera leído el Grillo del hogar. Éste último es el tercero de los cuentos navideños de Dickens, el primero y más famoso, la Canción de Navidad, que recomendé hace poco y que creo que en la versión escrita gana en fuerza por algunos detalles. En cualquier caso, los dos son paradigma del Dickens navideño del que todos tenemos imagen.
Como no puede ser de otra manera Oliver me ha gustado mucho. Dickens maneja la pluma con una ironía que hace imposible no sonreírse en muchos momentos y el contraste entre las vidas y personas de los protagonistas es tal que la función crítica -o de denuncia social- se ve largamente satisfecha. También es un maestro a la hora de describir los escenarios, uno de los más sugerentes, por poner un ejemplo, la Isla de la Fábrica de uno de los últimos capítulos, donde la imagen de suciedad, pobreza y miseria tiene mucha más fuerza que si viéramos un cuadro, una ilustración o un vídeo de YouTube. Sabe también insertar en el momento en que la historia pierde fuerza, nuevos acontecimientos -sorprendentes, dice él- o nuevos acontecimientos que lejos de desviarse de la trama principal la refuerzan.
Y llegados a este punto, tengo que decir, que se nota que es un libro escrito por fascículos (esto es lo que explica la cadena de nuevos eventos capítulo a capítulo de la que acababa de hablar). Pero también hace que la obra pueda ser leída con gran comodidad, uno puede ir consumiendo capitulillos y dejarlo hasta la próxima ocasión en que tenga un rato libre. En este sentido es ideal para los wc readers (queda menos chabacano si se pone en inglés, y el que no entienda, pues se lo pierde).
P.D. La edición que recomiendo es en pasta dura, imprescindible. Sólo le sobran las ilustraciones, pero es un defecto menor.
La verdad es que Dickens no defrauda. Otro género, pero también de Dickens, a ver es "Calle sin salida" escrito con Collins.
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